Fuentee: Atlas Obscura, Junio 2016

Hace treinta años, la parasitóloga Kostas Mumcuoglu y el antropólogo Joseph Zias examinaban un peine para cabello del siglo I, excavado del West Bank en Palestina, cuando encontraron una sorpresa escondida entre sus dientes finos: 10 piojos y 27 liendres.

Al haber “despertado su interés en los piojos,” escribieron después, procedieron a examinar más de cerca a algunos otros peines antiguos recién excavados. Para su deleite, ocho de los once peines desenterrados en el Desierto de Judea contenían o piojos o huevos o ambos.

La presencia de estos parásitos representó una revelación importante. “Antes suponíamos que los peines se utilizaban casi exclusivamente para propósitos cosméticos,” escribieron en su informe. “Ahora parece que también se utilizaban como implementos para quitar piojos. En efecto, los peines que examinamos parecen haber sido diseñados específicamente para quitar piojos.”

Hoy en día, los peines contra-piojos son objetos baratos de plástico, usados en conjunto con tratamientos químicos para limpiar a los cueros cabelludos de la tormenta del jardín de juegos. Pero históricamente  — remontando hasta los tiempos de los egipcios antiguos — los peines incorporando diseños contra piojos se utilizaban como objetos diarios.

“La mayoría de los peines antiguos son de doble cara con más dientes de un lado que del otro,” escribieron Mumcuoglu y Zias. “La persona alisaba su cabello con el extremo con menos dientes y luego sacaba los piojos y las liendres con el extremo de dientes finos y de mayor número.”

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