Fuente: Cafe Mom, Mayo 2, 2017
Los piojos son un tema importante para los papás de niños en edad escolar. No solo nos repugnan los piojos, sino tratarlos es un dolor de cabeza. En años recientes, muchas escuelas han adoptado políticas de no-liendres que excluyen de clase a los niños que tengan cualquier señal de piojos. Parecería ser una medida de sentido común para evitar la propagación de los bichitos. Sin embargo, resulta que dichas políticas en la realidad tienen consecuencias serias para los niños, y nuestros intentos por mantener a los piojos fuera del salón de clases pudieran hacer más mal que bien.
Muchas escuelas siguen un protocolo común para el manejo de los piojos. Primero, se envía al alumno afectado a la enfermera escolar para que revise su cabeza. Luego se llama a los papás y el alumno es enviado a casa hasta que cada una de las liendres, o huevecillos de piojo, quede eliminada de su cabeza. El problema es que no tiene mucho sentido mantener a los niños fuera de la escuela por motivo de piojos, dice la enfermera registrada Deborah J. Pontius, coordinadora de servicios de salud y enfermera escolar para el distrito escolar del condado de Pershing, Nevada.
Antes que nada, el enviar a los alumnos a casa no elimina al problema. “En cualquier momento, la evidencia indica que entre uno y diez por ciento de los estudiantes de escuela primaria tiene piojos en la cabeza … puedo afirmar que en cualquier momento, habrá alguien en la escuela con piojos,” dice Pontius, quien también es miembro del comité ejecutivo de la Asociación Nacional de Enfermeras Escolares. “Nunca no hay piojos.“
Sin embargo, no es simplemente que los piojos son imposibles de evitar; es que las políticas de no-liendres se basan en un mal entendimiento de cómo funcionan los piojos y las liendres. Las liendres son los huevos que ponen los piojos. Suelen encontrarse en la base del tallo del cabello donde se quedan pegadas, así que pueden permanecer allí mucho tiempo después de que ya no hay piojos. Pero la presencia de las liendres no significa que el niño tenga piojos vivos y activos.
“Puedes tener una cabeza llena de liendres y no tener ni un solo piojo,” dice Pontius. “Y esa es parte de la razón porque las políticas de no-liendres son tan arcaicas, porque excluir a alguien por tener liendres viejas en el cabello no tiene ningún sentido.”
Pero el argumento más grande en contra de las políticas de no-liendres es que mantener los alumnos en casa trae consecuencias grandes para los padres, las escuelas, y lo más importante, para los niños. Los niños estadounidenses faltan entre 12 y 24 millones de días escolares cada año debido a los piojos. Por cada episodio de piojos, Pontius afirma que el papá promedio pierde hasta $2,700 en ingresos perdidos, costos de cuidado infantil, y gastos de tratamiento. Las escuelas también pierden dinero, estimado entre $280 y 325 millones de dólares por año en financiamiento perdido por los días escolares no pagados porque los alumnos no están en la escuela. Y lo más importante, las políticas de no-liendres crean una estigma que puede seguir atormentando al niño aún cuando ya no tiene piojos.
“Si tienes una política de no-liendres, suele significar que hay que excluir al niño de manera inmediata … si el niño sale del salón y no regresa, es muy fácil determinar quién tenía piojos, y luego dicho niño puede volverse el niño junto al cual nadie puede sentarse o nadie tiene permiso para ir a su casa,” explica Potius. Eso causa mucho más daño al niño que cualquier caso de piojos pudiera provocar. Y dicha estigma emocional es de larga duración.
En respuesta a este avergonzamiento y estigma emocional, algunas escuelas han probado cancelar sus políticas de no-liendres, pero Pontius afirma que suele surgir protestas de parte de papás preocupados. “Se percibe como estar sucio cuando no tiene nada que ver con ello ya que cruza todas las fronteras económicas, todos los estilos de vida — no distingue,” aclara Pontius. “Todo mundo tiene la misma oportunidad de hospedar a los piojos.”
Entonces, ¿qué opina Pontius sobre lo que deben hacer los papás y los administradores escolares cuando un niño tiene piojos?
Primero, hay que asegurar que lo que está observando sea de verdad liendres y/o piojos vivos. “Alrededor de 50 por ciento de las veces, se equivocan inclusive los profesionales de salud,” explica Pontius. “Se confunde con arena, brillantina, caspa, el polvo dejado por productos estilizantes — todos ellos pueden confundirse por liendres e inclusive piojos, a menos que tenga mucha experiencia.”
Una vez que ha verificado con un profesional de salud o una enfermera escolar que su hijo verdaderamente tiene un caso activo de piojos, elige una opción de tratamiento. Puede usar un tratamiento químico o remover las liendres manualmente con un peine. Una búsqueda rápida por Google mostrará toneladas de tratamientos alternativos, como el aceite de oliva o los aceites esenciales, pero “no existe ni un estudio que comprueba que los tratamientos alternativos sean verdaderamente efectivos,” dice Pontius. “Sigue los tratamientos recomendados por la FDA o un método de peinado mojado.”
Finalmente, debes notificar a la escuela de su hijo, pero lo deben manejar con calma. “La política de la escuela debe ser básicamente no tener política. Esto no debe ser motivo de exclusión … la enfermera escolar tiene que saber para que ella puede determinar si hay otras medidas que tomar, pero generalmente el estudiante puede permanecer o volver a la escuela,” aconseja Pontius.
Los piojos no son tema favorito de nadie que tiene un hijo de edad escolar, pero tampoco son la amenaza existencial que muchos perciben que son. Inclusive la Academia Americana de Pediatras recomienda mantener a los niños en clase cuando tienen piojos. Es hora de superar nuestro asco colectivo y dejar de castigar a los niños por contagiarse de piojos.